Soledad, mi querida compañera, aun me acuerdo cuando tenía miedo a su presencia y ahora no puedo vivir sin ella.
La soledad es la que nunca me abandona. La que está ahí recordándome que podrá volver en cualquier momento, que me hace abrir los ojos ante la inocencia y la estupidez. Gracias a ella aprendí lo que era la vida y lo que conllevaba vivirla. Sufrimiento, dolor, sacrificio... todo ello en tan pocos años que llevo de vida. Pero le debo mucho a la soledad: cuando ella aparece dejo de sollozar, cuando me coge de la mano sé lo que pensar, cada vez que me abriga con su oscuridad me muestra lo que hacer, con cada decepción ella me ayuda a soportarlo, me mantiene en vilo cuando todo lo demás falla... Le debo estar aquí ahora. Al principio me daba miedo, ahora vivimos cogidas de la mano.
